domingo, 23 de mayo de 2010

¡QUÉ ME HICISTE!

A América, en quechua Amaraka,
y a sus originarios habitantes

Optaste por mi olvido y ahondaste una zanja
al horadar mi pecho con piedras y cuchillo.
Rememoro tu rostro tras un velo amarillo
y tu infamia grotesca como un cruento naranja.

Mientras el sol del Inca agonizaba en la franja
del bárbaro desierto, pronto tumba del grillo,
éste rompió sus élitros y derribó el castillo
donde tanta Armonía creara Manco Cápac.

La primera herejía y enésimo castigo,
cuando corrió la sangre por el Tahuantinsuyo
y murieron las voces y se extinguió el arrullo

de las aguas benditas que orlaban Amaraka.
Desde entonces presiento que tu olvido me saca
del sino de los Andes y me hace tu mendigo.

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