domingo, 23 de mayo de 2010

INVASIÓN ELECTRODOMÉSTICA
De pronto, la eclosión de electrodomésticos con vida propia comenzó a invadir los hogares, incluso el mío: lucecitas siempre alertando sobre la presencia de uno de ellos, sonidos que empezaban y terminaban mientras los aparatos productores de ellos estaban apagados, indicando vaya uno a saber qué cosas esotéricas de sus mecanismos, se hicieron cotidianos. Casi estábamos acostumbrándonos, pero con el transcurrir de los años, siguieron aumentando los elementos neolucíferos, neosoníferos y neoformíferos en los entornos humanos. Celulares, computadoras, teléfonos de toda laya, clase y raza, luces de emergencia, televisores de plasma y cataplasma, computadoras que caben en la palma de una mano, lapiceras japonesas que parecen sets de lápices sobre un escritorio pero son ordenadores… sirvieron para ir instalando la ola de consumismo ferozmente desatada en el planeta Tierra desde los 80 en adelante, al mismo tiempo que una anestesia general del asombro (el que Aristóteles llamara ‘zaumádsein’ y es y sigue siendo el inicio de todo filosofar y de todo reflexionar)…
Quizás por eso, sólo en aquel primer período de la multiinvasión tecnológica, cada vez que las/os nuevas/os sorprendidas/os usuarias/os entrábamos en casa entre nubes de ojitos verdes y rojos titilantes, empezamos a preguntarnos si, finalmente, no habíamos ingresado, de una vez y para siempre, en la “Guerra de las Galaxias”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario